top of page

Volver a tus raíces

Papá me dijo "hay que aprender a plantar papas porque nunca se sabe".

Esta frase la escuché por primera vez cuando tenía unos 6 años y papá armó una huerta en nuestra casa de Costa Azul, Rocha cuando las papas quemaban. (Las del dicho, no las otras) .


En ese momento nuestro sustento económico estaba enclenque, y mi padre, de la nada armó LA huerta muy perfecta y ordenada. Me tocaba sacar los benditos yuyos que crecían por todos lados, pero, de una forma u otra intentaba arreglármelas para pasarla bien mientras cumplía con la tarea.  Por supuesto me imaginaba hadas que me ayudaban con los pastos y otras criaturas  que me acompañaban.


Por momentos odiaba esa tarea. Otras veces me encantaba.


Así fuí creciendo junto a la huerta que dió muchos frutos y flores. Varias décadas después me encuentro sacando yuyos, recuperando una huerta en nuestra nueva morada, sacando pastos, y oliendo el mismo aroma a tomateras de esos años de mi infancia. El mismo aroma.


La misma sensación de asombro,  amor inconmensurable que siento cuando veo que todo tiene un sentido. Que todo es para algo y que mi padre es un sabio. Realmente hay que plantar papas o lo que podamos porque nunca se sabe. Ya lo estamos viviendo.  Hemos de cultivar tomates y humildad. Hemos de ser observadores respetuosos y reverenciar a nuestra Madre Tierra. Estando con ella, sitiéndonos parte y sintiéndola viva.


Volver a la Tierra.

Nutrirnos, cuidarnos, cuidar.