Que la belleza, la armonía y el orden no nos hagan olvidar de lo relevante. Que las ganas de sentirnos bien, de mejorar y evolucionar no nos saquen del presente y de todo lo que hemos recorrido para llegar a donde estamos hoy.
Muchas veces, en el afán de querer estar de tal o cual manera, puedo perderme de lo bien que ya estoy. Claro que el “bien” de cada persona es diferente, que todos tenemos nuestros parámetros y las necesidades del momento, y del tiempo que estamos viviendo.
Las ganas de manifestarnos, de decir nuestra verdad, de habitar nuestra edad actual son señales de que ya estamos prontas. ¿prontas para que? Para disfrutar de lo que ya es.
En los últimos tiempos he descubierto que muchas veces, nos salimos del foco de lo importante, de nuestros amores, de cocinar una comida rica, de visitar un lugar que nos gusta, de disfrutar de un café, un té o una copa de vino mientras escuchamos una música que nos encanta. Y deseamos más. Anhelamos otra cosa que parece lejana. Entonces, buscamos, buscamos mucho y seguimos participando de encuentros, situaciones, y todo tipo de lugares que pensamos que nos darán alguna respuesta. Y entonces caminamos y caminamos, y seguimos olvidándonos de que hay muchísimas cosas que ya transitamos, otras tantas que probablemente ya sanamos, o que al menos estamos listas para dejar ir.
Entonces increíblemente, como nos da algo de inseguridad, culpa o miedo, nos inventamos alguna excusa, o nos metemos en algún problema, o algún circulo descendente que nos hace olvidar más y más de la esencia de lo más importante.
La simpleza.
Una y otra vez vuelvo a ésta misma escencia porque puedo asegurarte que, en las últimas semanas ha sido esto mismo lo que me ha dado la respuesta para casi todas las situaciones mentales, emocionales y físicas.
La simpleza no es tan fácil, porque como tendemos a complicarnos bastante, es paradójicamente , difícil de poner en práctica. Pero voy a darte algunos ejemplos concretos para ayudarte a reflexionar en esto.
Tecnología
Digamos que estas navegando en alguna red social y algo de lo que ves te detona una sensación física incómoda o un pensamiento que no te sirve (digamos tensión y comparación) Aplicar la simpleza en éste caso es algo tan fácil como eliminar lo que estas mirando, elegir inteligentemente lo que estás consumiendo, y si es el caso dejar amorosamente tu dispositivo a un costado y hacer otra cosa que te siente bien.
Un Vínculo
Digamos que estás teniendo una dificultad con alguien cercano, alguien con quien necesitas y deseas tener un vínculo sano y mutuamente respetuoso. ¿Cómo podrías agregar una cuota de simpleza a ése vínculo que hoy no está funcionando?
Tal vez sea hablando, o haciendo silencio y escuchando activamente, tal vez escribiendo, o tal vez sea dejando pasar un tiempo consciente… O tal vez sea despidiéndote de esa persona. Los vínculos son una de las áreas de la vida que más desafíos nos traen, por lo tanto son también una manera de poner en práctica lo que hace décadas venimos procesando en terapias, espacios de autoayuda y tanto más. Muchas veces el dejar “la cancha” limpia, y traer simpleza, orden y claridad son pequeñitos pasos que a la larga se transforman en inmensos
Auto-diálogo / discernimiento
¿Qué te estás diciendo? ¿Qué algo te está faltando?
Y vuelvo una vez más al concepto de discernimiento; uno que ya vengo compartíendote desde hace meses; por mí y por la gran mayoría de personas que vienen a mi encuentro. Y vuelvo a lo mismo del principio de éstas notas, la capacidad de decidir donde me meto, hasta cuando, como y con quien.
Quienes venimos transitando ésta vida desde hace muchas décadas, quienes hemos sufrido todo tipo de cosas, y caminado con ganas de estar conscientes hemos descubierto la gran fortaleza que tenemos.
A veces, la culpa, la vergüenza o el miedo al que dirán nos hace quedarnos en un lugar de sumisión, o de no animarnos a reconocer que en realidad hay muchas cosas que ya sabemos, que ya transitamos y definitivamente que ya llegamos al top de lugar que nunca pensamos que podríamos haber sanado pero lo hicimos.
Entonces, ya tenemos 40 años, 50 o 60 y seguimos pensando y diciéndonos a nosotras mismas que todavía “nos falta”; y entonces buscamos gurúes, libros, terapias, encuentros, podcasts, videos y todo lo que esté a nuestro alcance porque nos parece que en realidad la persona de al lado la tiene mas clara que nosotros. Y entonces nos sobre-saturamos de información, hacemos planes, diseñamos estrategias, y en todo ese camino nos olvidamos de lo que ya hemos conquistado hasta hoy en nuestra vida. Nos olvidamos de crear espacio, de hacer más de lo que nos guste y nos dé pequeños momentitos de felicidad. O lo dejamos para después, y ese después se tarda demasiado rato.
Claro que siempre vamos a necesitar curar alguna herida y por supuesto que lidiar con cualquier problema y sobre todo imprevisto que la vida humana siempre nos trae. Pero no olvidemos. No olvidemos todo lo que ya hicimos hasta hoy. Este grandioso camino, ésta vida que hemos ido construyendo que tantas respuestas nos trajo, y que tanto ha fortalecido nuestro corazón. Saquemos jugo a nuestras conquistas, y animémonos a habitar nuestros logros.
Recordemos que la otra persona de al lado ha pasado, pasa y pasará los mismos sinsabores que nosotros hemos pasado, por lo tanto, siempre recordemos la humanidad y la naturaleza que cada uno de nosotros es. Porque puedo asegurarte que no importa los colores, el barrio, los números, los estudios, o cualquier otra cosa externa a la propia humanidad, van a darte una respuesta cósmica o terrenal. Lo que abras y busques acá y allá siempre va a necesitar ser procesado por tu corazón y elaborado por tu mente, y por sobre todas las cosas siempre van a necesitar de tu propia acción. Y esto se hace desde ti misma, con tus propias manos, brazos, piernas y pies y con cada maravillosa parte de tu cuerpo físico.
Ninguna terapia, práctica o lo que sea te va a dar una respuesta. No es lo externo. Lo externo solamente te ayuda como una carta de navegación, a volver adentro tuyo y accionar desde tu propia decisión.
Y de esto van las cosas de los últimos tiempos, tanto desde las sesiones individuales y las grupales. Es acompañar a las personas a que gestionen lo que les pasa, recuerden todo el potencial que ya tienen y lo pongan en acción.
Madurar es hacernos cargo de nuestra vida, escuchándonos, confiando en lo recorrido, y estando cada vez mas disponibles para quedarnos con lo que nos sirve y despedir lo que no. Esto también es simplificar.
Gracias por tomarte el tiempo de leer, compartime tus reflexiones. Con atención (y algo de gripe), aquí te leo.
N.
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