El arte de adaptarse
Es lunes 06:30 AM. Terminé mis rutinas de la mañana.
Está nublado, húmedo y la llovizna se siente golpeando suave en el balcón de nuestro cuarto. Sergio baja a preparar el desayuno y yo me quedo repasando la agenda del día. Sé que una lista grande me espera por delante.
Sesiones por la mañana, reuniones por la tarde. Intervalos para pausas conscientes. Mediodía: un espacio grande de dos horas para grabar el episodio 4 de Meditaciones con intención, luego almorzar y disfrutar de una charla y caminata en pareja.
Pero algo inesperado cambió todos estos planes, y la agenda quedó bien distinta a lo que era.
Lo que había planificado no iba a suceder.
Me sentí confundida y nerviosa.
Una sensación de ansiedad y rabia.
Porque soy de las que les gusta que todo salga "casi" perfecto. Y suelo sentirme con pérdida de control cuando algo sale diferente a lo planificado.
Y ésto me venía haciendo mal desde... bueno, desde toda mi vida....
Entonces, vengo trabajando muchísimo para que mi mentalidad sea otra, para ver las cosas distintas, y lo que es mejor SENTIRME DISTINTA.
Entonces ésta vez, hice algo distinto.
Respiré muy profundo. Muy lento, largo y profundo.
Dejé que el aire entrara a mi organismo y me ayudara a sentir expansión, amplitud, claridad.
"Nada es tan grave; acordarte Nadia: cuando hay movimiento hay vida"
Este mantra apareció solito en mi cabeza sin buscarlo. Es algo que enseño mucho, que practico con consciencia, pero ésta vez, se dio naturalmente. Y se que cada vez que algo similar pasa, los cambios, eso para lo que tanto trabajamos se empiezan a dar naturalmente.
Es la nueva forma de vivir.
Esta entonces, era una frase, que me ayudó a cambiar mi mentalidad en menos de un minuto.
"nada es tan grave; acuérdate que cuando hay movimiento hay vida"
La perspectiva cambió al instante, y la realidad de hacía 40 segundos atrás tomó una nueva forma.